domingo, 27 de marzo de 2011

Es de buen nacido, ser agradecido. Gracias

NO soy una chica de prometer algo que no voy a cumplir. Hace dos semana (y cuando me cansaba la monotonía de cumplir plazos de entrega casi imposibles de compaginar con los estudios) el periodismo me dió una nueva oportunidad para creer en él. Este oficio del cuál no podría desligarme nunca, siempre me ha dado razones para confiar ciegamente en sus decisiones y así lo he hecho. Unas cuantas llamadas y explicaciones después, rompí con editores y diario, pero como la novia indecisa y aventurera que soy de la vida, advertí que posiblemente volvería a escribir y estaría encantada de hacerlo para ellos como hasta ahora, pero a poder ser sin plazos semanalmente asfisxiantes. Curiosamente, los dos aceptaron no sin antes enumerarme de los peligros de la decisión.

Una amiga, dedicada a la moda desde que un genio la puso en este mundo y artífice de muchas de mis risas en los últimos cinco años, filosofeo (como quien no quiere la cosa) sobre la posiblidad de llevar a cabo profesionalmente lo que uno desea: “No deber ser un mal punto de partida, partir de lo bien hecho”. Con mojitos en la mesa, pensé que la filosofía de Ro era de lo mejor que había escuchado hacía tiempo y mucho mejor que lo que se oye en un consejo de redacción e interminables charlitas patriarcales de periodistas autoexperimentados. Unido a la llamada de una nueva oportunidad profesional, era lo que necesitaba. A partir de ahora no dejare de ser lo que quiero. Únicamente, seré lo que soy. Prepararé el terreno para cultivarlo lo mejor que sepa. Espero que los frutos que de, sean buenos. Mientras, nueva experiencia en informativos, viajes, reportajes, papel, boli y cuaderno de la vida. Este espacio queda. Yo también. Pero desde otra perspectiva, la de reinventarse como éstos días lo hace el periodismo.  

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Daría todo lo que sé, por la mitad de lo que ignoro (René Descartes)