viernes, 25 de mayo de 2012

La verdad no es para siempre, ¿el liderazgo tampoco?


"Es un inmenso error asumir que lo que una vez fue verdad, será verdad siempre y que la relación de gobernantes y gobernados que fue posible y buena en un momento dado, es posible y buena para siempre" escribía el sociólogo Herbert Spencer. 

Lo he rescatado tras un comentario que me dejaban en Facebook. Resumiendo esa persona me decía ¿qué había hecho Obama?. Tantas ilusiones puestas en él y con un Nobel de la Paz en la mano. Me escribía que "sólo es un buen títere. Nada más". 




                                         



Recordando de nuevo a Spencer, "es un inmenso error asumir que lo que fue verdad, será verdad siempre...". Seguramente que si preguntamos hoy, Obama es ahora menos resuelto, menos guapo, menos cercano, menos simpático o incluso, menos inteligente que cuando fue elegido. Es lo que los politólogos llamamos "efecto de halo", es decir, el liderazgo es exclusivamente contextual. Él no contaba en su "guión" con la crisis económica, de manera que quien es tenido en 2008 por un líder casi perfecto, como Obama, tres años más tarde es percibido por muchos como indeciso, incapaz o débil. Porque el liderazgo es contextual, es porque tenemos a Aznar en España o a Clinton en Estados Unidos como auténticos hacedores de milagros económicos. No hay líderes buenos o malos, sino protagonistas oportunos de una buena narrativa colectiva y coyuntural. Líder, contexto y público afin, tres ingredientes inseparables para un buen resultado. EL RESULTADO. 

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