miércoles, 1 de mayo de 2013

Nuestra obsesión por el flequillo (de Michelle Obama)


¿Por qué todo el mundo está obsesionado con el flequillo de Michelle Obama? ¿Por qué, incluso, está obsesionado (el equipo de) su marido? Aquellas que optamos en otoño de 2012 por ponernos maxi flequillo nunca pensamos que la Primera Dama de Estados Unidos, Michelle Obama, también había pensado en la misma idea.

www.politico.com
Lo cierto es que ya hemos visto estos días atrás, que el peinado de la Primera Dama tuvo su propia parodia en la cena de corresponsales de la Casa Blanca celebrada en Washington en la noche del pasado sábado. Este “delirio” mediático que ha desatado el maxi flequillo de Michelle Obama quedó perfectamente maridado con el periodismo y la política y que cada año pone a Washington en el mapa de las alfombras rojas made in Hollywood y que se expandió bajo los hashtags #NerdProm y #WHCD.


No ha sido casualidad que el propio Presidente Barack Obama, durante la cena, mostrase fotomontajes de cómo sería su vida con flequillo: “para dar aire fresco a mi segundo mandato decidimos echar mano de alguno de los trucos de Michelle”. Pero estas palabras del presidente sólo han hecho oficial lo que todo el mundo pensaba: el flequillo de Michelle Obama es el sustituto de los brazos de Michelle Obama.




Pero este “delirio” de los medios de comunicación, por el flequillo de Michelle Obama, ya viene de lejos. Todo empezó el pasado 19 de febrero, cuando cumplia 49 años y lo celebró inaugurando su cuenta oficial de Twitter: @FLOTUS (acrónimo de First Lady of The United States). El terremoto mediático comenzó a media tarde, cuando desde su cuenta se tuiteó una foto de la Primera Dama con su nuevo peinado. Las redes se volvieron locas, literalmente. Entre algun@s, la presentadora de Talks Show (y compi de flexiones de la Primera Dama estadounidense en la televisión), Ellen DeGeneres, quien intercambió tuits con @FLOTUS al respecto.






Pocas horas después, el Presidente Barack Obama, declaró ante la prensa lo encantado que estaba con el peinado de su mujer. La Primera Dama bromeó sobre el tema y lo atribuyó a una crisis de edad. Pero los analistas ya interpretábamos su maxi flequillo como un movimiento crucial de nuevo rumbo y visión, realizado tres días antes de que el presidente tomase posesión de su segundo mandato. Si yo misma lo hice para entrar con “buen pie” o “nuevo pie” en los 26, ¿por qué ella no pensó algo así sólo que con el mandato de su marido?

Lo obvio es que no es un flequillo cualquiera sino el flequillo de una mujer que cuenta con una aprobación del 73% entre los estadounidenses (supera en un 20% a su marido) y que pese a su potente currículum realiza básicamente actividades que se esperan de una Primera dama (la lucha contra la obesidad infantil o las ayudas a las familias de los militares ex combatientes).

El "aire fresco" que el presidente destacó desde el primer momento sobre el flequillo de Michelle no es baladí. Ya lo resumió el Washington Post, a propósito de la obsesión por Michelle entre los estadounidenses: "Temiendo que la Casa Blanca haya cambiado a su marido, necesitamos saber que todo esto no le ha cambiado a ella. Esta situación obliga a Michelle Obama a cargar con el peso de lo que Barack Obama fue alguna vez, así como con el de sus propios fallos. A donde no llega POTUS (el acrónimo del Presidente de los Estados Unidos en inglés), se espera que Michelle recomponga rápidamente sus pedazos".

Creo que tod@s pensamos lo mismo. Nunca unos mechones de pelo habían sido tan efectivos en comunicación política. Eso sí, siempre con estrategia, como debe de ser.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Daría todo lo que sé, por la mitad de lo que ignoro (René Descartes)