"¿Ganará Juan Espadas las elecciones municipales de mayo?", preguntaban los periodistas al actual alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, al que por cierto, no llegó Espadas a dar la mano en el acto que presentaba su candidatura a la alcaldía de Sevilla. No creo que contestara o al menos, poco interesaba ayer ESA respuesta. Los militantes socialistas que se acercaron al Palacio de Congresos y Celebraciones de Sevilla, respaldaron a Espadas al cien por cien. De echo, no cabía ni un alfiler.
Tras las interrupciones, los cambios de micrófono, las alteraciones en el guión y las idas y venidas de los agobiados técnicos, Griñán y Espadas defendieron su política en un escenario verde y rojo con sillones blancos. El primero estuvo más relajado, con las piernas cruzadas y la mano, la mayoría de las veces, descansando en la rodilla. El segundo, más tenso, con los brazos apoyados en el minimalista sofá y las piernas en paralelo. Eso sí, Espadas no dudó a la hora de dirigirse al público y de responder a uno de los históricos que más aplausos suscitó, Alfonso Guerra. Éste pidió en un vídeo grabado a la entrada del acto, un alcalde que conjugue tradición y modernidad y el aspirante a sustituir a Alfredo Sánchez Monteseirín, así lo prometió.
Otro de los protagonistas, aunque en silencio, fue el actual alcalde, al que no llegó el apretón de manos de Espadas, como ya digo. A él y a Manuel del Valle, pidió permiso Espadas, tras asegurar que quiere ser el mejor alcalde, no de Sevilla, sino de los sevillanos y sevillanas. Y es que no lo puede hacer mal porque quiere seguir viviendo en esta ciudad, dice. Ironías de la vida.
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