miércoles, 7 de enero de 2015

Ha pasado el momento de convencer





No me creo, es más estoy dispuesta a no consentirlo, que la política no importa a los ciudadanos. Trabajo y pongo todas mis energías, en reconciliar a ambas partes. En que se entiendan, se relacionen y se impliquen. Como una pareja; sin confianza de las ambas partes, sin proyecto común, es imposible avanzar. Imposible seguir.

En Europa estamos (mal)acostumbrados a hacer construir mensajes políticos de números, de datos puros y duros, y esto es, créanme, agotador, además de inútil. Relatos numéricos, mensajes sin alma. Política sin personas. ¿Política de personas pero sin personas? Ilógico. Por lo que admitámoslo, ha pasado el momento de convencer y ha llegado la hora de emocionar. No es que nuestro relato no sea bueno, es que no es el mejor en contexto, perspectiva y construcción. Hoy, el mejor y el más rápido relato, gana. El que se entiende, emociona, y luego convence cierto, pero antes tendrá que emocionarnos. Da igual el papel, la explicación, la lógica. Emocionen. Parece, y la experiencia nos los dice, que no hay otra manera de provocar la acción. Y aquí se trata precisamente de eso, de acción. Ciudadanía activa, electorado activo y comunicación activa con política viva. Todo muy vivo y coleando.

Antes de plantearte que los ciudadanos te entiendan, preocúpate de que te atiendan
Es lo que te digo si me pides que te escriba "el mejor discurso del mundo". Cuando escucho, noto y percibo demasiado "mimo" en los mensajes y discursos institucionales de muchos políticos, lo sé: no han trabajado las dos partes. Creen que los ciudadanos quizás no les entienden, pero el verdadero problema está en que no les ATIENDEN. Por lo que no hay posibilidad, no hay opción a llegar al siguiente paso, entenderles.
Pero sí, puedes leer el mejor discurso del mundo, en serio el mejor, pero si no consigues enganchar, eso que llaman ahora engagement, pero que es pura conexión, puro don de gente, pura empatía; mejor que no pierdas tu tiempo. No conseguirás pasar de un titular digital, de una cuña de radio, de un destacado en prensa o de una pieza de televisión.

El primer paso es ser consciente que yo político, yo portavoz, yo que hablo, soy un ciudadano. Nunca hay que olvidar esta condición. Nunca hay que olvidar la condición de ciudadano. Algo que parece que es lo primero que se deja de recordar, y ejercer un profundo respeto hacia las ideas y los modelos distintos a los propios, porque hay que ser capaz de defender tu propuesta, sin necesidad de demonizar al adversario. El "y tú más" ya no está de rebajas, ahora comprarlo sale caro. Los consultores, aquellos profesionales que estamos situados entre los ciudadanos y los políticos, y trabajamos para mejorar esta relación a través de la confianza, credibilidad y liderazgo, asistimos cada día a una situación así como “Políticos versus Ciudadanos”, donde los primeros, que obviamente tienen mucho más poder, por lo menos los poderes del Estado, hacen y deshacen a su antojo, muchas veces con el único fin de perpetuarse, con lo que la reacción del “otro lado”, la de la ciudadanía, o de alguna parte de los ciudadanos, se convierte también, en ocasiones, en actuaciones desmedidas, donde “escrachar”, “robar” o “avasallar” son mecanismo habituales, y que desde luego, también perjudican gravemente al sistema democrático.

Los ciudadanos somos conscientes de que no basta con ser dirigidos u orientados por otros, que participan mucho, e incluso que se comprometen, que entienden que el dialogo es mucho mejor que el enfrentamiento, pero en el otro lado esa regeneración no se ha producido, en el lado de los políticos siguen sin cambiar mucho las cosas a cómo eran hace un siglo, con lo que estamos a punto de perder esa evolución
de los modos de la ciudadanía. Es desastroso, y desde luego contraproducente para todos. Al final todo se basa en comunicación, en una comunicación real.



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