sábado, 27 de marzo de 2010

El que persigue, perseguido


Baltasar Garzón ha recibido un primer revolcón en el Tribunal Supremo, no por pretender enjuiciar al franquismo, ni porque el TS haga caso a lo que dicen los ultras de Falange. Como dice el auto, en ese asunto su delito ha sido desobedecer una petición de sobreseimiento de la causa contra el franquismo, algo extemporánea la verdad.

El magistrado de la Audiencia Nacional sigue persiguiendo casos de corrupción. Eso le ha valido ahora su propia persecución.
Que por esa desobediencia lo acusen de prevaricación, es una pasada. Pero es que el magistrado más intrépido de todos los tiempos -el Juez Campeador, le llamaban irónicamente en El País- ha pecado de soberbia y notorio afán de protagonismo, algo impropio de su profesión que le ha granjeado el descrédito entre la mayoría de sus colegas.

Peor que lo del franquismo es que le hayan echado abajo las escuchas ilegales que ordenó en el caso Gürtel. Y mucho más grave aún el otro sumario que le espera en el Supremo por los sabrosísimos e irregulares rendimientos económicos de su año sabático en Nueva York, gestiones personales incluidas ante el presidente del Santander, "querido Emilio".

Es una pena que el juez que consiguió aplicar un cierto castigo a Pinochet y que desmanteló el conglomerado financiero de ETA, entre otros éxitos y demasiados patinazos, al final quede como un bluff, un globo pinchado.

Está pagando el precio sus ligerezas políticas y profesionales. Amigo y enemigo de Felipe González, amigo y enemigo de Pedro J. Ramírez, amigo y enemigo del PP, amigo de Rodríguez Zapatero..., aunque nunca se han realizado sus sueños de presidir la Audiencia Nacional o ser galardonado como Nobel de la Paz.

Algo de ingenuo hay en su afán por ser la novia en la boda y el muerto en el funeral. Ha querido ser, a la vez, juez y justiciero, político, ensayista, periodista, guionista de TV, humanista, conferenciante... y compañero de monterías del ex ministro Fernández Bermejo. Y ahora, como magistrado, es guardían del espinoso sumario sobre el chivatazo a ETA, un caso muy presente en el tic, tac de la cuenta atrás de esta legislatura.

Ahora, tras enterarse de los dos primeros reveses que le ha propinado la Justicia, proclama que todos sus actos han estado presididos por la inocencia. O yo no lo entiendo o este hombre no sabe lo que dice, porque lo que se espera de un juez es que se guíe por la ley, el sentido de la justicia y la independencia. Lo de la inocencia será problema para el delincuente.

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