Querida educación

Hasta ahora sólo había observado a mi alrededor. Ahora me acaba de pasar. Por desgracia el egoísmo y la servidumbre me habían saludado cuando pasaban por mi lado. El lunes 5 de julio se atrevió a acercarse y darme la mano. Más de un mes después me notifican que se ha aliado con un 'ABOGADUCHO DE VALVERDE' para sacar, a mí y a mi empresa de seguros de coche, una indemnización por accidente de tráfico.

Curiosamente, me da por investigar en el asunto. No en el del 'ABOGADUCHO' ni sus asesores, que ya sé que desde el día del accidente se ha dedicado a orquestar una manera poco locuaz de sacar dinero sin trabajar dignamente como hacemos todos, y aprovecharse de la buena voluntad de quien le ha ofrecido un parte amistoso y desea más, más y más.
Con la investigación me refiero a que, como decía, curiosamente todas las denuncias de lesiones por accidente de tráfico son de personas 'sin culpa', es decir, que no han tenido responsabilidad aparente. Hablando en plata. Como paga el otro, yo me aprovecho y me saco unas perras. Ya sé lo que están pensando. "Valientes h....". Pues más "h..." son quines los defienden. Porque, cómo se puede defender tremenda mentira. Porque es una mentira. Una servidora que sufrió el mismo accidente que esas personas no ha sufrido ninguna lesión. Debo de ser de piedra o ellos demasiado frágiles. Pero, a veces, la justicia que uno reclama puede volverse en contra suya.

Querida educación. Quizás la resolución que define toda esta historia no es que yo sea de piedra, sino que me han educado en no aprovecharme de la gente y de las circunstancias. Un dato. Al día siguiente esta persona ya tenía las cuentas hechas de con cuánto le iba a indemnizar mi seguro. Es una pena que su educación sea esa. Pero peor aún que sus letrados consientan meter a dos menores de edad en todo este circo. Todo por dinero. Ay querida educación.