martes, 26 de octubre de 2010

La ética y su derecho de reserva

El mundo cofrade de Sevilla, o Sevilla, que viene a ser lo mismo, ha vivido en estas dos últimas semanas su particular calvario mariano, pero con investigaciones policiales de por medio. ABC de Sevilla titulaba el pasado 18 de este mismo mes, "Un cura de Sevilla, asesinado por dos chaperos". Buen titular se quiero atraer a lectores intrépidos y saciados de sangre virginal, pero desde el punto de vista ético y deontológico de la profesión del periodista, se encuentra fuera de toda reserva o derecho a serlo.

Lo cierto es que cuando salimos al mundo empresarial, al de las estructuras informativas y grandes grupos mediáticos, nos olvidamos de ciertos parámetros éticos y deontológicos de esta profesión, la de informar en Democracia, esa en la que nacimos y aprendimos a vivir, esperando que lo hagan igualmente nuestros malcriados hijos. Por ello, en cuento leí dicho titular, corrí despavorida, no de susto (he visto titulares peores) hacía mis libros de la asignatura de "Etica y Deontología periodística" de quinto de Periodismo. Y allí estaba, la Resolución 1003 del Consejo de Europa sobre los principios éticos del periodismo. Entre algunos puntos interesantes, el del derecho empresarial, el cual nunca debe ser supeditado al de igual rango, el de informar "La información y la comunicación que se realizan por el periodismo a través de los medios de comunicación tienen una importancia decisiva en el desarrollo individual y social". Y seguí leyendo ''Sería erróneo sin embargo deducir que los medios de comunicación representan a la opinión pública y que deban sustituir las funciones propias de los poderes o entes públicos o de las instituciones de carácter educativo o cultural como la escuela'.
He ahí la clave. El asunto del cura asesinado presuntamente por dos jóvenes y con móvil, todavía no aclarado por la investigación policial, presuntamente sexual, ha traído cola. Eticamente hablando se han cometido muchos errores. Desde el periodista que ha escrito que "el primer contacto fue por la red y continuó cuando fueron acogidos en su casa" hasta el que ha insinuado que se trata de "un escalofriante hecho para Sevilla".

Parece lícito que si nos dicen fuentes policiales que los dos jóvenes se dedicaban a la prostitución, titulemos "Un cura de Sevilla, asesinado por dos chaperos", porque lo son y nada más. Es ilícito más bien, porque existe una ética periodística aunque sólo la recordemos cuando salimos despavoridos tras leer este titular y, la razón más principal, porque tenemos reserva de nuestro derechos y la deontología es el límite que lo marca.

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