Te digo que podemos
hablar de muchas cosas pero hablemos de comunicación política. A
menudo se olvida que la esencia está en la primera parte del término
(comunicación). Por eso cuando a un político o a una empresa se le
aconseja transparencia, sinceridad, capacidad de escucha, empatía,
responsabilidad… no hacemos sino enumerar de forma gráfica algunos
de los principales atributos de la comunicación que sirven o
deberían servir tanto a un Presidente de Gobierno como a una persona
anónima en sus relaciones personales.
Le Monde |
Las discrepancias
comienzan cuando fruto de un comportamiento público (ya sea en el
ámbito de la política, de la empresa o en una cena de dos) se
adoptan conductas que contradicen no sólo una buena práctica
comunicativa sino la propia esencia del comportamiento de esta
persona.
Exigir a un político
honestidad es una condición sin la cual difícilmente se puede
ejercer la responsabilidad publica. El problema es que nos hemos
acostumbrado a conductas ajenas a esta lógica (de hecho, algunas no
tienen ninguna) y nos vemos casi empujados a categorizar, delimitar,
marcar y aconsejar comportamientos que en determinados ámbitos, como
en la política, deberían ser naturales, consustanciales al
candidato. Lo que verdaderamente proyectamos.
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