
Personalmente,
creo que habría sido mejor, o al menos no tan negativo, que asumiera sus
errores y llamara a las cosas por su nombre, como creo que prometió “al pan,
pan, y al vino, vino”. Siento decírselo, los ciudadanos y las parejas, perdonan
los errores sí, pero no los engaños. En política y en el día a día, la confianza
es el bien más preciado y usted no es convincente y si deja de ser convincente,
no transmite credibilidad y si deja de transmitir credibilidad no generará
confianza y sin confianza (y creo que lo he dicho muchas veces ) ¿qué queda?.
No
creo que le quede mucho. La semana pasada se refugió en disculpas infantiles al
dar cuenta de una carta que envió al presidente de la Comisión Europea, José
Manuel Durao Barroso, y al presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy,
resaltando la gravedad y urgencia del problema y reiterando sus propuestas para
la reforma de la Unión Europea.
Parece
que con esa información sobre su epístola europea trataba de responder a
Barroso en el empeño, no menos infantil. sobre quien presionó a quien.
¿Prefiere equivocarse sólo?. Parece que ha
elegido ese estilo presidenciable. Los esfuerzos suyos y de sus ministros al no
pronunciar la palabra “rescate” en cada acto público y sesión de control
parlamentaria, es contraproducente a nivel interno, pero también exterior.
Supongo
que usted ha elegido el mal menor pero incumple su promesa de llamar al pan,
pan y al vino, vino. Lo que no ignora usted que las palabras pueden encerrar
carga política e ideológica. Es decir, que comunican. Aunque, supongo que usted
y su equipo, entienden que asumir el término “rescate” implica reconocer cuotas
de culpa: que el Gobierno no controla la situación ni, por supuesto, está en
condiciones de resolver el problema financiero con sus propios medios, por
ejemplo.
Artículo publicado en www.blogsdepolitica.com
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