Me sorprende
leer noticias como éstas. Y me sorprenden no por el hecho en sí
sino por la poca o casi nula, visión y perspectiva de los hechos por
parte de quienes hoy en día prohíben a los ciudadanos informar,
grabar o reproducir lo que para ellos es realmente importante, políticas y decisiones que les afectan. El
contacto directo en política es hoy no sólo imprescindible sino
inevitable. A quienes prohíben hoy en día que los ciudadanos
informen, graben o reproduzcan plenos tienen que saber que hoy jugamos en un nuevo terreno de juego, el de la transparencia y la participación. Porque...:
- Los ciudadanos reclaman hoy acceso directo, sencillo e inmediato a sus alcaldes y representantes públicos porque el diálogo es consustancial a la democracia y las redes sociales son una de las herramientas democráticas más útiles para ejercitarlo y la política 2.0 es precisamente la herramienta que permite dar respuesta a esta demanda democrática.
- El uso de internet y las redes sociales ha conducido a un cambio radical en la relación de los políticos con la ciudadanía, permitiendo a través del gobierno electrónico o la administración digital, ofrecer a los administrados una vía de resolución rápida y eficaz de sus gestiones burocráticas, así como mejorar la representación, la transparencia y la rendición de cuentas ante los ciudadanos.
- La política 2.0 ofrece algo que resulta definitivamente distinto: la interacción y la bidireccionalidad. Los ciudadanos escuchan, hablan, opinan y participan en tiempo real, permitiendo de una forma sencilla y directa, que cualquiera pueda dirigirse a sus representantes.

Es decir,
nuestros políticos sienten la desafección hacia ellos y de la
pérdida de credibilidad que existe (y que sigue creciendo) hacía su
profesión y la escucha de los políticos a los ciudadanos es una
herramienta para mejorar la credibilidad con los electores. A los cargos
públicos que prohíben compartir información, no creen en la
democracia, en la comunicación, ni en diálogo. Y es el diálogo, la
comunicación bidireccional, el nuevo escenario. Un escenario donde
la fuerza de la opinión colectiva es inevitable.
En resumen,
una institución abierta a la sociedad, en el siglo XXI, tiene dos
retos: transparencia y participación. Lo contrario, y además con prohibiciones, tiene mucho de dictadura y poco de democracia.
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