domingo, 16 de mayo de 2010

Crónica de una amarga decisión. Los 120 segundos más difíciles del Presidente

En apenas 120 segundos el presidente anunció las nueve medidas del ajuste económico más duro e impopular de la historia reciente y renunció a parte de su compromiso social. Los precedentes de la decisión del Presidente se encuentran en la semana negra del 3 al 9 de mayo, que dejó unos registros pésimos: el euro cayó por debajo de los 1,27 dólares por primera vez desde marzo de 2009; los bonos de los países periféricos sufrieron una oleada de ventas, lo que llevó a máximos sus primas de riesgo; la Bolsa española se derrumbó en sólo siete días un 14%, la segunda peor marca de su historia. El presidente encargó a la Oficina Económica de Moncloa un informe sobre las distintas posibilidades de reducir gasto. Si evitaban ahorrar mediante la bajada salarial a los funcionarios, lograr un recorte de 15.000 millones de euros en dos años exigía cargarse toda la inversión pública, con lo que el empleo podría verse gravemente afectado. Zapatero descartó esta opción. Todas las variables desembocaban en el mordisco a los sueldos públicos, también los del Gobierno, que se reducirían un 15%.
El martes por la mañana, el presidente tiene sobre su mesa la lista negra de los recortes. A las cinco de la tarde, recibe una llamada de Barack Obama, que le traslada su preocupación por los problemas financieros relacionados con la deuda de algunos países europeos.
Zapatero intenta tranquilizarle y explica al presidente de Estados Unidos las medidas aprobadas en el Ecofin del domingo anterior para blindar a Europa de los ataques especulativos. De paso, le adelanta el duro ajuste que aplicará en España y que lo anunciará al día siguiente en el Congreso de los Diputados.
El presidente español se despide de Obama y llama a algunos colaboradores para comentarles la conversación: "Nos dijo que el presidente de Estados Unidos había estado afectuoso y comprensivo. Que le recordó que también él había tenido que hacer reformas duras, pero que era necesario hacerlas. Nos sorprendió que la conversación trascendiera y que el portavoz de la Casa Blanca informara sobre la misma".Cuando, desde el Ministerio de Economía, el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, sugirió que ese acuerdo era papel mojado porque había que ahorrar más en gastos de personal, De la Vega afeó la conducta al alto cargo.

No fue la única. Zapatero también había echado cuentas y consideraba que con reducir cada año la oferta de empleo público a la mínima expresión, como ya se ha hecho en 2010, se cumpliría con el ahorro previsto en gastos de personal sin necesidad de reducir salarios.
Eso era así, por voluntad expresa del presidente del Gobierno, hasta que las exigencias de otros gobiernos europeos le hicieron cambiar de opinión en apenas unos días.
El martes por la noche, en La Moncloa, Fernández de la Vega se tuvo que comer sus palabras ante los líderes sindicales de la Función Pública porque había que salvar al euro y a los países con más dificultades financieras, entre ellos España.
El presidente del Gobierno se levanta temprano el miércoles y se prepara para una desagradable sesión parlamentaria que no olvidará nunca. Zapatero se pone el casco en el Congreso para recibir andanadas a izquierda y derecha. Es un debate áspero y uno de los más tristes para él. Ni vence ni convence. Lo previsto.
De allí se marcha a la sede central del PSOE, en la calle de Ferraz, donde le espera el poder regional del partido al que quiere explicar que la medida es necesaria para salvar a España y asegurar un futuro próspero. En la casa donde manda desde hace diez años, Zapatero vence y convence. Al menos, en apariencia.
A la salida, algunos de los que escucharon atentos sin levantar la mano para protestar empiezan a mascullar: "Acabamos de perder las próximas elecciones".

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